miércoles, 22 de mayo de 2013

Un cuento fractal

El siguiente cuento fue inventado por mi y surgió luego de trabajar en clase con el concepto de FRACTAL (figura que se repite infinitamente).


El laberinto

Estaba completamente oscuro y apenas podía distinguir la silueta de la luna bajo las espesas nubes. Mis pies, cansados, tan solo me llevaban hacia delante, como si mi mente fuese incapaz de transmitir señales hacia ellos. Mi corazón palpitaba con mayor frecuencia a medida que pasaban los minutos sin poder salir de allí. El cansancio y la desesperación comenzaban a apoderarse de mí a pesar de los esfuerzos por mantenerme calmado y lúcido.

De pronto, todo parecía conocido. Pequeños detalles en las baldosas me resultaban conocidos; manchas en las paredes de piedra tenían la misma forma de vez en cuando, como si ya hubiera pasado por aquellos lugares.


Te reto a ingresar al laberinto de las almas perdidas y encontrar la salida


No debía aceptar el desafío. Mi honor jamás fue tan grande como para necesitar un sacrificio de esta magnitud y, sin embargo, aquí me encuentro, encerrado, tan solo por orgullo. Siempre fui el aventurero del pueblo, aquel que estaba dispuesto a probar y dominar lo desconocido. Jamás dije que no. Así me hice conocer.
Muchos pagaban por la oportunidad de proponer un reto que no sería capaz de resolver, pero nadie lo logró. Hasta hoy. Las palabras del rey resonaban en mi cabeza una y otra vez, mientras el arrepentimiento invadía mis sentimientos.


Es el reto que jamás nadie ha podido superar. Un laberinto distinto a todos aquellos que el hombre es capaz de crear. Un laberinto creado por los dioses en la antigüedad, para castigar a quienes fueran infieles y cometieran atrocidades. Una vez adentro, la salida no serás capaz de encontrar.


¿Cómo pude ser tan ingenuo? Me lo habían advertido, debí creer en las leyendas pero no lo hice.

 En cada pasillo, la inquietante duda sobre cuál será el camino correcto. A cada giro, la esperanzadora idea de que aparecerá la salida, seguida de la desilusión de ver un nuevo sector del laberinto, completamente idéntico a los anteriores.
Llevaba horas allí dentro, aunque era imposible saber cuántas ya que mi mente estaba abrumada. Caminaba sin siquiera pensar hacia donde, sin saber cuántas veces habré pasado por el mismo lugar, si es que lo hice. Los párpados se sentían pesados sobre mis ojos y la falta de alimento comenzaba a sentirse.

De repente, un giro a la derecha que parecía idéntico a los anteriores me tomó por sorpresa. Frente a mis ojos, las paredes del laberinto finalizaban y se abría paso un gran descampado. La satisfacción de haberlo logrado, de haber encontrado la salida que nunca nadie encontró. La felicidad de poder salir de aquellas paredes y retomar mi vida como el aventurero.

Caminé hacia el descampado esperando ver a mi familia queriendo saludarme o al rey dispuesto a felicitarme. Pero lo único que pude ver, fue una nueva entrada al laberinto.

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